-Cuentan que en aquella casa, la que está junto al acantilado vivió una mujer durante toda su vida.
En ella nació, a los catorce años se dio su primer beso debajo de la palmera del porche, a los dieciocho se entregó al hombre al que amaba, se casó cinco años más tarde y tuvo su primer y único hijo a los veintinueve. Tuvieron que pasar ocho primaveras para que el océano se llevase para siempre a su esposo y diez más para que su hijo muriese en el acantilado. Sin embargo jamás le vieron llorar o quejarse, siempre saludaba contenta, con su mejor sonrisa, aquella que dejaba ver los dientes que le faltaban, las arrugas en las mejillas y encima de su boca.
Poco a poco se fue arruinando y el banco se hizo con su casa. Solo fueron necesarios siete meses desde que perdió lo último que le quedaba y para que falleciese en la cama de una pensión, cerca de otro acantilado. La encontraron vestida con un traje de hombre, el que su marido llevó cuando se casaron y el mismo que su hijo aprovechó para confirmarse.
-Creo que hay fantasmas que nos persiguen y sin darnos cuenta nos atan a la realidad. Si no los controlamos, nos acaban robando hasta el último centavo de felicidad.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
3 comments:
Wooow. Es tuyo? Me encanta.
Lo de los comentarios, naaah, que me pongo a ligar con loa Anónimos...
Es broma, es mi chico y yo contestándole, jajaja :)
Un beso!
Me gusta me gusta!
Te sigo! :)
Que cierto es el último párrafo. A veces surgen esos fantasmas que nos evaden de la realidad para hacernos daño. Pero bueno, lo mejor será sonreir siempre a la vida aunque a veces sea dificil..
Por cierto, te sigo yo también. Me ha gustado mucho tu blog y la música que tienes puesta ;)
Un beso!!
Post a Comment